Un recorrido por las torres vigías, torreones y baterías de la costa almeriense en relación con su utilización, en algún momento de la historia, por los Cuerpos de Carabineros o de la Guardia Civil.
jueves, 19 de abril de 2018
9.- CASTILLO DE SAN PEDRO
-Foto de Emilio Caso.
Desde 1497 se tiene constancia de la presencia de ocupación humana en la Cala de San Pedro, entonces conocida por Estancia de San Pedro Arráez.
Mario Sanz Cruz, en su trabajo “Torres y Castillos en el Parque Natural Cabo de Gata-Nijar”, escribe:
“No se tiene noticia de ninguna edificación anterior, pero el hecho de que existiera la fuente hace presuponer que la cala tuviese habitantes en la época Nazarí.
Después de muchas peripecias con los piratas berberiscos durante casi todo el siglo XVI, que desembarcaban a menudo buscando agua y refugio en su puerto natural; tras la expulsión de los moriscos, se toma la determinación de construir una nueva torre para defender la ensenada y el aguadero. La nueva torre cilíndrica de cantería, se construyó hacía 1583, con muchas dificultades para el traslado del material, que venía por mar desde Málaga y por el continuo hostigamiento de los moros. Se dotó en principio con 12 soldados y un alcaide.
La torre fue destruida en gran parte por el fuerte terremoto del 31 de diciembre de 1658.
Sobre 1737, Felipe Crame hizo un proyecto ambicioso de ampliación del fuerte y su dotación de artillería, pero la falta de presupuesto llevó a que éste no se realizara; de todas formas, en esta época, la torre contaba ya con 6 cañones (en parte recuperados del hundimiento del navío francés “La Reina”) y 14 hombres.
Unos años después, se pagaron las consecuencias de no haber hecho la ampliación, al principio del verano de 1743, un navío de guerra inglés entró en la cala persiguiendo a un navío corsario de Málaga. El barco inglés saqueó el navío corsario y a varios pesqueros catalanes que se encontraban allí, disparando además sus numerosos cañones contra el castillo de San Pedro, destruyendo casi por completo el baluarte y dejando la torre muy tocada. El castillo se reparó, volviendo a quedar tal como estaba, a finales del mismo año.
Entre 1771 y 1773 se amplió la plataforma de artillería con un nuevo tramo y se la dotó de una garita en su extremo, se ampliaron las estancias y se dotó de una nueva capilla. Por entonces tenía 3 cañones en uso, pero pocos años después parece ser que se quedó sin ninguno útil. Está falta de artillería en uso, hace que hacia 1825, varios barcos procedentes de la antigua América española, tomaran ese puerto como refugio y controlaran esta zona del litoral español, casi impunemente, ya que la marina española no tenía barcos de guerra útiles y el castillo de San Pedro carecía de artillería para evitar que tomaran la cala como fondeadero seguro”.
El castillo fue vendido en pública subasta a un particular en el año 2001, al parecer con otras edificaciones de la cala. A día de hoy, el castillo se desmorona poco a poco y se encuentra realmente en ruinas, ante la pasividad de su propietario y de la administración. La cala, muy dejada en lo sanitario, se encuentra permanentemente ocupada por mochileros que la han hecho su territorio.
A esta cala sólo se puede acceder a pie por un escabroso camino de más de un kilómetro de longitud; tras hacer otros tres kilómetros de aproximación por otro camino para todo terreno. O por barco.
> Hubo Puesto de la Guardia Civil en Cala San Pedro. De hecho se hizo muy conocido un dicho atribuido al Tecol Atares que decía: Para llegar a San Pedro, hay que pasar las negras.
La información que tenemos del Puesto de San Pedro es de primera mano. Allí estuvo destinado, entre los años 1962 a 1964 el Guardia Civil Antonio López Beltrán –cuenta hoy con 78 años de edad-, que luego sería un eficiente radiotelegrafista. Dejemos que sea él quien nos dibuje la vida en aquel apartado lugar.
“Fue mi primer destino, tenía entonces 20 años. Recogí el chopo en la Comandancia, que entonces estaba en la Puerta Purchena y con el arma y dos maletones tomé el autobús que iba a Rodalquilar y a Las Negras. Ya en Las Negras, contacté con Marcelo… que era el taxista del pueblo, cargó las maletas en su burro y me las llevó hasta Cala San Pedro. Aún en aquella época, fue como dar un salto en el tiempo.
El castillo ya estaba en ruinas. El Cuartel estaba situado en la edificación situada en el centro de la cala, que luego sería el Bar de María, y que ahora no sé ni que es. Bajo esta edificación había una caseta, más pequeña, y en ella vivíamos los solteros. La plantilla del Puesto estaba compuesta por el Cabo y cinco o seis guardias, de los cuales tres éramos solteros. Ser soltero, en aquellos tiempos, acarreaba un plus de laboriosidad.
Marcelo, con su burro, nos visitaba tres veces por semana y nos traía los artículos de primera necesidad. Una vez al mes viajábamos al economato de la Comandancia y de allí nos traíamos lo gordo para todo el mes. Metíamos todo lo comprado en dos sacos, alquilábamos un coche de caballos y nos llevaba los sacos desde la Puerta Purchena a la estación de autobuses. El autobús que hacía la línea Rodalquilar-Las Negras nos dejaba los sacos en esta última y de allí era Marcelo, con su burro, quien nos lo llevaba a San Pedro.
Por supuesto no había luz, ni agua corriente, sólo la fuente de agua dulce de la cala. Para hacer de comer teníamos un infernillo con petróleo y para alumbrarnos lo hacíamos con los quinqués.
Allí se comía poca carne, poca fruta y poco pescado. Lo que más, patatas fritas, lentejas, arroz, potajes y de postre latas de carne de membrillo. A veces recalaban en la cala barcas de pescadores de Carboneras o Las Negras que nos pedían permiso para coger agua de la fuente; a cambio, algunas veces, nos dejaban algo de pescado.
La línea de servicio tenía dos postas y los servicios eran de sol a sol. Nada de domingos y nada de festivos. Además, todos los días, a la una, el Cabo pasaba Academia, a la que había que asistir de forma obligatoria. No había Guardia de Puertas, y el vigilante diurno era el encargado de entrevistarse con el de las demarcaciones limítrofes para pasarse las novedades del servicio.
De cuando en cuando, pasaba a vigilarnos el Brigada Jefe de la Línea, que se encontraba en Los Escullos, y que venía a caballo. A caballo también venía, más de tarde en tarde, el Capitán de la Compañía –la 3ª-, que se encontraba en Rodalquilar. El acuartelamiento de la Compañía se encontraba en un edificio nuevo que habilitó la Compañía de Minas y que se encontraba donde ahora está el Museo. La Compañía tenía tres Líneas (Cabo de Gata, Los Escullos y Carboneras) y su capitán, en aquel entonces, era D. Ángel Díaz Otero Arias.
En el tiempo en que estuve allí destinado, la mujer de un Guardia, que estaba embarazada, dio a luz. Unos días antes del alumbramiento se puso con fiebres; la trasladaron en el burro de Marcelo hasta Las Negras y allí la alojó el marido en una pensión, regresó al Puesto a cumplir con el servicio que tenía nombrado por la noche y a la mañana siguiente volvió a Las Negras, recogió a su mujer y en el autobús se trasladaron a Almería. Dio a luz, a los pocos días, en la maternidad que estaba junto al antiguo cuartel de la policía local. Pero a los cinco días ya estaba, con el niño y otro que ya tenía, en la Cala San Pedro. Sé que los criaba con Pelargón porque yo fui, en bastantes ocasiones, el encargado de hacerme con esa leche en polvo.
También os puedo decir que allí conocí a un Cabo que tenía dos hijas de 10 y 12 años. Las niñas estuvieron dos años sin escolarizar. Claro que… en aquellos tiempos… eso no era asunto de especial importancia.
Tampoco teníamos asistencia médica. De ninguna clase. Yo mismo, tras regresar de uno de los escasos permisos que nos concedían llegué al Puesto al anochecer. Los solteros habían preparado una “sartená” de patatas fritas y yo llevaba más hambre que Carpanta. Aquella noche me entraron unas diarreas de morirme. Pues tuve que ir, andando, desde Cala San Pedro a Rodalquilar para que me viera el médico, lo que supone unos 15 kms. de ida y otros tantos de vuelta. Me dieron tres días de baja… pero estoy aquí para contarlo.
En cuanto pude pedí destino y pasé destinado a Puesto de Alhama. Allí, tras lo que había dejado atrás, hice el curso de radiotelegrafista y mi primer destino en la especialidad fue en Valencia.
La vida, entonces, era dura en todos sitios. Pero en lugares como Cala San Pedro, lo era aún más.
El Cuartel lo cerraron a poco de salir yo destinado, creo que sobre el año 1965.- Aquel día el mundo pasó a ser un poquito mejor".
-Caseta donde estuvo instalado el Puesto de la Guardia Civil.
-El mayor tesoro de Cala San Pedro, su fuente de agua dulce. En la actualidad.
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