La Torre de Villaricos, o de Cristal se encuentra en la pedanía de Villaricos, junto a la playa, en la desembocadura del río Almanzora, en el término municipal de Cuevas del Almanzora, provincia de Almería.
Fue construida en el siglo XVIII (1763-1772) sustituyendo a una antigua torre (de Monroy) para vigilancia de la costa. Después de ser puesto militar, se destinó a ser puesto de vigilancia de la Guardia Civil hasta su abandono definitivo.
Tiene forma de pezuña y la componen dos plantas y terraza, muros ataluzados y cordón magistral. El parapeto de la terraza está aspillerado.
La parte que se asoma al mar, muestra un muro en forma de talud que termina en ángulo con la fachada principal.
En sus once metros de altura se reparten dos plantas y una terraza cerrada por un grueso muro por el que se distribuyen un buen número de saeteras y troneras. El interior presenta techos abovedados en su primera planta.
Estas torres constituían puntos de vigilancia de la costa, ante la frecuente llegada de piratas bereberes a estas costas, en busca de esclavos. En esa época se mandaron construir numerosas atalayas costeras. Fueron levantadas por todo el litoral de la provincia con las estructuras arquitectónicas más elementales pero también por su valor estratégico.
Se encuentra en buen estado de conservación. A principios de los noventa se llevó a cabo un plan de rehabilitación que ha intentado devolver a este edificio histórico su estado original.
Es propiedad del Ayuntamiento de Cuevas del Almanzora, y se utiliza como sala de exposiciones y oficina de turismo durante los meses de verano.
Se encuentra bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Curiosamente el Castillo de Villaricos o Torre de Cristal, como se le denomina, se encuentra al lado de lo que fue la ciudad Baria. Una de las ciudades más importantes de la época fenicia en la península ibérica y cuyo nombre dio lugar a la ciudad de Vera, cuyo término municipal se encuentra a tan sólo un par de kilómetros.
Fuentes:
http://www.amigosdeloscastillos.es/portfolio/torre-de-cristal/
Libros y publicaciones: Castillos de España (volumen I). VV.AA.Editorial Everest S.A. León, 1997 (pág. 58).
*Nuestro compañero, el Guardia Civil Martín Márquez, hoy ilustre veterano, estuvo destinado en el Puesto de Villaricos en el año 1964, años en que el Cuartel se encontraba ubicado en la torre que nos ocupa.
Nos cuenta que vigilaban el litoral comprendido entre el Llano Blanquizares al Río Almanzora, que ya lindaba con Palomares.
La plantilla del Puesto era de un Cabo y 5/6 Guardias.
Hace memoria nuestro compañero que en aquellos tiempos mandaba el Puesto el Cabo 1º Francisco García González, que se vio obligado a vivir con su familia en la torre pues había perdido la casa de alquiler que ocupaba en la pedanía.
En aquellos tiempos aún no se había producido el boom del turismo y la población era básicamente de los pescadores del litoral.
El Puesto fue cerrado, y la torre abandonada, como tantos otros, una vez acabada la dictadura del General Franco.
En la actualidad el boom urbanístico ahoga el paraje en el que se sitúa la torre y, como queda dicho ut supra, en la torre se aloja la Oficina de Información Turística del municipio.
-Entrada a la torre, o lo que es lo mismo, Oficina de Turismo de Villaricos.
En el Puesto de Villaricos prestó también servicio, entre los años 1964 a 1968, el Guardia Civil Marcos Revert Martínez, siendo este su primer destino. A día de hoy ya ha fallecido, pero contamos con el testimonio de su hija Laura Revert, también Guardia Civil y que sigue los pasos de su padre en el Cuerpo.
Ateniéndonos a este testimonio, a las 10.20 horas a.m. del día 17 de enero de 1966, el Guardia Civil Marcos Revert dormía en su domicilio tras haber prestado el servicio habitual en su destino; vigilancia de la costa desde el anochecer al amanecer.
Fueron su madre y su hermana mayor, de tres años entonces, quienes junto a otros vecinos de la humilde pedanía observaron en el cielo unas bolas de fuego preámbulo de un ruido atronador. Su madre corrió a despertar a su padre y el Guardia Civil Revert –siempre fiel a su deber- no dudó un momento en levantarse apresuradamente, coger su moto Guzzi y salir disparado hacía el lugar donde podía haber caído lo que fuera que fuese desde el infierno en que se había convertido el cielo. Antes que ninguna otra cosa, lo que encontró fueron los cadáveres de varios soldados americanos esparcidos por el suelo.
No será necesario, por sabido y más que estudiado, repetir lo que había ocurrido sobre el cielo de Palomares.
Manifiesta la Guardia Civil Laura Revert que su padre estuvo haciendo servicio de custodia junto a las bombas que habían sido ya localizadas sin ningún tipo de protección. Si acaso, el consejo que no se acercara mucho a su esposa, pues podía portar radiación y su mujer se encontraba embarazada. De hecho, cuando finalmente fue medido su nivel de radiación, este era muy elevado.
Que recuerda como durante el tiempo que los americanos estuvieron por la zona les regalaban comida en lata, habiéndole oído decir a su madre en repetidas ocasiones que la de carne de búfalo era exquisita. Igualmente hace memoria de haber recibido de las tropas americanas un catre militar y que a ella, de pequeña, le encantaba dormir en aquel catre plegable de lona verde militar y bastidor de madera.
Tiempos difíciles los de la niña Laura Revert en el Puesto de Villaricos, donde si humildes eran las economías de los Guardias Civiles aún lo eran más la de algunos pescadores de la zona, a los que había que ayudar cuando la necesidad apretaba.
El Guardia Civil Marcos Revert, como el resto de sus compañeros que servían a España a la sombra de la Torre de Villaricos, porque así había tocado, hicieron de la honradez, la honestidad, lealtad, sacrificio y amor a la Guardia Civil, valores en los que sustentar su día a día. A tal punto que en su lápida, reza: El honor fue su divisa.
Ha tenido finalmente la gentileza la Guardia Civil Laura de enviarnos unas fotografías de aquella época de las que, a modo de resumen, hemos escogido dos.
En la primera, con la Casa-Cuartel de Villaricos al fondo, posan su padre, su madre y su hermana mayor; nos vale para calibrar la sociedad de la época.
La segunda corresponde a un día festivo; un día 12 de octubre, Patrona del Cuerpo; el Guardia Revert aparece enmarcado en un círculo e inmediatamente detrás de él, aparece la figura apuesta y adusta del Teniente Coronel Atarés Peña.
Ateniéndonos a este testimonio, a las 10.20 horas a.m. del día 17 de enero de 1966, el Guardia Civil Marcos Revert dormía en su domicilio tras haber prestado el servicio habitual en su destino; vigilancia de la costa desde el anochecer al amanecer.
Fueron su madre y su hermana mayor, de tres años entonces, quienes junto a otros vecinos de la humilde pedanía observaron en el cielo unas bolas de fuego preámbulo de un ruido atronador. Su madre corrió a despertar a su padre y el Guardia Civil Revert –siempre fiel a su deber- no dudó un momento en levantarse apresuradamente, coger su moto Guzzi y salir disparado hacía el lugar donde podía haber caído lo que fuera que fuese desde el infierno en que se había convertido el cielo. Antes que ninguna otra cosa, lo que encontró fueron los cadáveres de varios soldados americanos esparcidos por el suelo.
No será necesario, por sabido y más que estudiado, repetir lo que había ocurrido sobre el cielo de Palomares.
Manifiesta la Guardia Civil Laura Revert que su padre estuvo haciendo servicio de custodia junto a las bombas que habían sido ya localizadas sin ningún tipo de protección. Si acaso, el consejo que no se acercara mucho a su esposa, pues podía portar radiación y su mujer se encontraba embarazada. De hecho, cuando finalmente fue medido su nivel de radiación, este era muy elevado.
Que recuerda como durante el tiempo que los americanos estuvieron por la zona les regalaban comida en lata, habiéndole oído decir a su madre en repetidas ocasiones que la de carne de búfalo era exquisita. Igualmente hace memoria de haber recibido de las tropas americanas un catre militar y que a ella, de pequeña, le encantaba dormir en aquel catre plegable de lona verde militar y bastidor de madera.
Tiempos difíciles los de la niña Laura Revert en el Puesto de Villaricos, donde si humildes eran las economías de los Guardias Civiles aún lo eran más la de algunos pescadores de la zona, a los que había que ayudar cuando la necesidad apretaba.
El Guardia Civil Marcos Revert, como el resto de sus compañeros que servían a España a la sombra de la Torre de Villaricos, porque así había tocado, hicieron de la honradez, la honestidad, lealtad, sacrificio y amor a la Guardia Civil, valores en los que sustentar su día a día. A tal punto que en su lápida, reza: El honor fue su divisa.
Ha tenido finalmente la gentileza la Guardia Civil Laura de enviarnos unas fotografías de aquella época de las que, a modo de resumen, hemos escogido dos.
En la primera, con la Casa-Cuartel de Villaricos al fondo, posan su padre, su madre y su hermana mayor; nos vale para calibrar la sociedad de la época.
La segunda corresponde a un día festivo; un día 12 de octubre, Patrona del Cuerpo; el Guardia Revert aparece enmarcado en un círculo e inmediatamente detrás de él, aparece la figura apuesta y adusta del Teniente Coronel Atarés Peña.
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